8 de noviembre de 2024 | 10:47

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97% de los ciudadanos de derechas comparten bulos

María José Gonzalez

30 de abril de 2024 | 11:06 am

Los datos revelados por investigaciones recientes en las que participó Meta, empresa matriz de plataformas como Facebook e Instagram, han encendido nuevamente el debate sobre la desinformación en las redes sociales. Según estudios publicados por las revistas Nature y Science, un sorprendente 97% de las ‘fake news’ catalogadas y analizadas durante el periodo electoral de Estados Unidos en 2020 fueron compartidas predominantemente por usuarios con inclinaciones conservadoras. Este fenómeno fue observado especialmente en un contexto altamente polarizado, como fue la elección presidencial que culminó con la victoria de Joe Biden.

Este patrón de comportamiento subraya desafíos significativos para las plataformas sociales en términos de moderación de contenido y balance ideológico

La investigación indica que las ‘fake news’ no solo proliferan más entre ciertos grupos ideológicos sino que también el diseño de las plataformas puede influir en este fenómeno. El llamado ‘efecto burbuja’, un algoritmo que prioriza contenido que concuerda con las vistas previas del usuario, parece reforzar este ciclo de desinformación. A pesar de intentos por ajustar estos algoritmos para mostrar una gama más amplia de perspectivas, los resultados sugieren que estas modificaciones no han sido suficientes para cambiar los hábitos de los usuarios en la recepción y distribución de información falsa.

Además, el estudio revela cómo los eventos políticos pueden agudizar el problema de las ‘fake news’

Durante las elecciones de 2020, el ambiente ya cargado y divisivo fue exacerbado por una avalancha de desinformación, que encontró un terreno fértil entre los seguidores del entonces presidente Donald Trump y otros sectores conservadores. Este fenómeno no solo refleja una polarización ideológica sino también expone cómo las plataformas pueden ser utilizadas para manipular la percepción pública y amplificar divisiones existentes.

La participación de investigadores de renombre, como la española Sandra González, en estos estudios aporta una capa adicional de credibilidad y destaca la importancia de la colaboración internacional en la lucha contra la desinformación. Estos hallazgos deberían servir como un llamado a la acción para las plataformas de redes sociales, instándolas a tomar medidas más efectivas y transparentes para combatir la propagación de información falsa.

Es imperativo que se explore más allá de la modificación de algoritmos

Las plataformas deben considerar estrategias que incluyan la educación de los usuarios sobre medios de comunicación y la importancia de verificar fuentes. Además, es crucial que haya una colaboración más estrecha con fact-checkers independientes y que se promueva activamente contenido verificado en los feeds de los usuarios.

En conclusión, los desafíos que presenta la desinformación son complejos y multifacéticos. No hay soluciones simples, pero el compromiso continuo con la investigación, junto con un enfoque proactivo de las plataformas y los cuerpos reguladores, puede empezar a mitigar algunos de los efectos más perjudiciales de las ‘fake news’ en la sociedad. Este es un tema de gran relevancia que requiere una atención constante y renovada, especialmente en tiempos de elecciones y grandes eventos políticos, donde las consecuencias de la desinformación pueden ser particularmente graves.

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