26 de noviembre de 2024 | 5:32

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Guía rápida: Mesas electorales en Bilbao

Ciudadano introduciendo su voto en la urna en una mesa electoral de Bilbao.

Laura Rangel Ybarra

26 de junio de 2023 | 2:00 pm

El llamado cívico: La mesa electoral en Bilbao

Entre los rincones del corazón de Bilbao, una actividad cívica se cierne como el más noble deber: ser parte de la mesa electoral. 267.194 almas bilbaínas están llamadas a alzar su voz en las próximas elecciones generales. Pero, ¿qué ocurre tras el telón? El ciudadano común podría pensar que se trata de un mero trámite. Sin embargo, detrás de cada mesa electoral hay historias, responsabilidades y compromiso.

La composición y el azar de las mesas

Los dados están lanzados. Las mesas, dispuestas en 48 colegios electorales, esperan a 1.074 miembros seleccionados por el destino -o mejor dicho, por sorteo-. Cada mesa un presidente, dos vocales y sus respectivos suplentes. Todos, menores de 70 años y con la capacidad de leer y escribir; los presidentes, además, deben ostentar un título de Graduado Escolar.

Ah, pero no todo es tan sencillo. Los afortunados miembros son notificados por carta y tienen la opción de presentar alegaciones. No es de sorprender que más de uno encuentre sutiles excusas para zafarse de la responsabilidad. Pero, seamos claros, hay causas genuinas como discapacidad, avanzado estado de embarazo, o ser víctima de un delito.

¿Qué significa ser parte de la mesa electoral?

Una Jornada de Civismo y Paciencia

Servir en la mesa electoral no es para los débiles de corazón. Requiere de paciencia, compromiso y una pizca de valor. Desde el amanecer hasta que el último voto es contado, los miembros están al pie del cañón. Y no, no hay descansos para el café. Bueno, tal vez uno.

Los desafíos y recompensas

Aquí, querido lector, encontramos el meollo del asunto. Las mesas electorales son el latido de la democracia, y en Bilbao, este latido resuena con fuerza. No obstante, los desafíos abundan. Desde ciudadanos exaltados hasta la simple monotonía de una jornada larga.

Pero hablemos de las recompensas. No me refiero a la compensación económica, que es más bien simbólica. Me refiero a la satisfacción de servir a la democracia, de ser parte del proceso que da forma al futuro de la ciudad.

Personas ejerciendo su derecho al voto en una mesa electoral en Bilbao.
Bilbaínos acuden en masa a las urnas para ejercer su derecho al voto en una mesa electoral.

En Bilbao, un deber cívico: ¿Nos atrevemos a asumirlo?

Al caer la noche, los miembros de la mesa electoral empaquetan urnas y papeletas. Los colegios electorales se vacían y Bilbao queda a la espera de los resultados.

Aquellos que asumieron este rol, se van a casa cansados, pero con el corazón un poco más lleno. Han participado en algo más grande que ellos mismos.

Como ciudadanos de Bilbao, se nos presenta la interrogante: ¿Estamos dispuestos a asumir nuestro deber cívico con la seriedad y el compromiso que merece? La democracia, al fin y al cabo, depende de ello.

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