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El paraje de desolación en Acapulco tras el embate de huracán Otis

Mairenis Gómez

28 de octubre de 2023 | 4:00 pm

La ciudad costera mexicana enfrenta una crisis sin precedentes

Tras la devastación dejada por el huracán Otis, Acapulco vive en oscuridad, desesperación y caos. Sin electricidad, agua, comunicaciones ni alimentos, sus habitantes, unidos por la tragedia, tratan de sobrevivir mientras el Gobierno despliega esfuerzos para contener la situación.

El rugir de Otis y su paso destructor

Acapulco, otrora joya turística de México, fue arrasado. El rugido del huracán sonó, para muchos, como un chillido de gato, o como una carrera de motos. Pero su efecto fue demoledor. Con vientos de más de 250 km/h, Otis llegó como un huracán de categoría cinco y dejó a la ciudad en penumbras. El panorama ahora: calles llenas de escombros, edificios sin cristales ni paredes y un silencio ensordecedor solo roto por los gritos de auxilio y desesperación.

Intervención gubernamental: ¿Es suficiente?

El Gobierno ha respondido, pero ¿es suficiente? A pesar de que 13.500 miembros de seguridad han sido enviados junto con 1.300 electricistas, la ciudad sigue en ruinas. Las cifras oficiales hablan de 27 muertos y cuatro desaparecidos, aunque la incertidumbre sobre la veracidad de estos datos persiste. La gobernadora Evelyn Salgado brilla por su ausencia, dejando a muchos cuestionándose sobre la gestión del desastre.

Desesperación palpable

La desesperación se siente en cada rincón. Jaime Garzón, un turista que vino de Colombia, busca desesperadamente una forma de salir de la ciudad. Con dos garrafas vacías y una botella a medio llenar, recorre las calles esquivando obstáculos, esperando encontrar algo de combustible que le permita regresar a casa con sus padres.

Acapulco se ha convertido en una ciudad de errantes. Gente buscando a sus seres queridos, tratando de conseguir un poco de agua o comida. Sin transporte público y con las calles obstaculizadas, la mayoría se ve obligada a caminar bajo un sol abrasador, buscando señales de esperanza en medio del desastre.

Un futuro incierto

Y mientras Acapulco enfrenta este escenario apocalíptico, surgen preguntas inevitables: ¿Estuvo preparada la ciudad para un desastre de esta magnitud? ¿Cuánto tiempo puede una ciudad sobrevivir sin servicios básicos? ¿Cuál es el plan a seguir?

Los saqueos se han convertido en una constante. A pesar de la presencia militar y de la Guardia Nacional, los establecimientos son saqueados mientras las autoridades miran. La desesperación ha llevado a muchos a actuar, y aunque el gobierno asegura que está haciendo todo lo posible, la realidad en las calles habla de una situación fuera de control.

Conclusión

Acapulco enfrenta uno de los peores desastres de su historia. Mientras las horas pasan y los recursos se agotan, sus habitantes se aferran a la esperanza y la solidaridad. El desafío para el Gobierno y las autoridades es monumental, pero la resiliencia de la gente de Acapulco es aún más grande. Solo el tiempo dirá si esta ciudad turística logra resurgir de las cenizas, pero una cosa es segura: el espíritu indomable de su gente no se romperá fácilmente.

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