Europa incrementa el gasto militar un 13%, la cifra más alta en 30 años

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lanza la Estrategia Industrial de Defensa de la UE, un plan con el cual el continente se prepara ante posibles amenazas

Europa ha cambiado su enfoque, priorizando la defensa frente a las amenazas rusas. Las cifras no mienten: el gasto militar en Europa ha subido un 13%, el aumento más significativo en tres décadas, alcanzando los 345 mil millones de dólares. Este es el mayor gasto militar registrado desde la Guerra Fría, mostrando el claro interés de los líderes europeos en fortalecer la defensa.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, busca repetir mandato en las próximas elecciones europeas. En su campaña, ha presentado una nueva Estrategia Industrial de Defensa de la UE que incluye el Programa Europeo de Industria de Defensa (EDIP), con un fondo inicial de 1.500 millones de euros. Además, por primera vez, involucra a la industria y a los mandos militares en la toma de decisiones políticas. Sin embargo, este cambio genera cuestionamientos sobre el futuro de Europa.

La política pacifista que definió a la Unión Europea durante años ha dado paso a un enfoque más militarista, alineado con la presión de Estados Unidos para que Europa invierta más en defensa. Donald Trump, durante su presidencia, presionó a la OTAN para que incrementara su presupuesto. Ahora, los dirigentes europeos adoptan este planteamiento, involucrando a empresas de armamento y a militares en la política. Estas decisiones traen beneficios financieros a las empresas del sector, pero también alimentan la preocupación sobre un eventual conflicto mayor.

El gasto militar genera impacto en la economía, mientras las empresas armamentistas crecen con la crisis actual en Europa y Oriente Medio

Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, las acciones de las empresas de armamento se dispararon. Rheinmetall, fabricante alemán de municiones, vio un crecimiento del 430% en el valor de sus acciones. Thales, multinacional francesa que lidera en tecnología de defensa, aumentó un 89% en la bolsa, cerrando 2023 con 300 millones de euros en pedidos. El sector de defensa, aunque rentable, implica una creciente militarización en Europa, algo que inquieta a sectores críticos y pacifistas.

Miguel Urbán, eurodiputado de Podemos, cree que las élites europeas están preparando el terreno para la guerra, en complicidad con los medios que alimentan el discurso bélico. Este planteamiento resuena en gran parte de la población, que prefiere soluciones pacíficas en lugar de ver las tensiones escalando hasta un conflicto armado. La situación en Ucrania y en Gaza pone en evidencia las consecuencias humanas y materiales de estas guerras sin un resultado claro.

Las sanciones económicas impuestas a Rusia, bajo la presión de Estados Unidos, han resultado en un impacto negativo para Europa. Aunque se pretendía debilitar a Rusia para provocar un golpe de estado contra Vladímir Putin, la realidad es que Rusia no ha perdido la guerra ni ha visto colapsar su economía. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que la economía rusa crecerá un 2,6% en 2024, superando el 0,9% de la Eurozona.

La crisis económica europea se ha acentuado con la interrupción de los lazos comerciales con Rusia. Ucrania, antaño el granero de Europa, ha quedado devastada. Alemania, el motor económico del continente, enfrenta una recesión potencial debido a los elevados precios de la energía. Mientras tanto, los países europeos, que solían obtener gas ruso a precios razonables, ahora dependen de las costosas importaciones desde Estados Unidos.

Las sanciones de la UE se convirtieron en excusas para no negociar con Rusia y evitar el diálogo como medio para resolver la crisis ucraniana. Europa adoptó una política belicista que ha traído pocas ventajas estratégicas, creando un continente más dividido e inestable.

En un escenario de guerra tan devastador, es esencial que los líderes europeos impulsen un acuerdo de paz negociado entre Ucrania y Rusia. Esto evitará una escalada nuclear potencialmente catastrófica, un escenario que la humanidad no puede permitirse. Además, ahorraríamos vidas y sufrimientos si los líderes optaran por el diálogo en lugar de alimentar el conflicto. La paz, aunque difícil de lograr, es el camino más sensato para el bienestar de todos.