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Felipe González cómplice silencioso de Juan Carlos I

Mairenis Gómez

3 de octubre de 2024 | 9:35 pm

Revelaciones sobre el poder del rey emérito y el silencio político

El reciente escándalo desatado por la publicación de fotografías del rey emérito Juan Carlos I junto a Bárbara Rey, una de sus amantes, ha revivido antiguos testimonios sobre los abusos de poder y la complicidad política que rodearon al monarca durante su reinado. Entre los más reveladores se encuentra el del coronel Amadeo Martínez Inglés, un militar condecorado que sirvió en el Ejército español durante más de 40 años. En una entrevista con ElPlural.com, Martínez Inglés ha dejado claro que no solo Bárbara Rey fue una de las muchas amantes del rey, sino que Felipe González, entonces presidente del Gobierno, era plenamente consciente de las andanzas del monarca, pero decidió no intervenir.

El temor de González ante el poder del rey

Según Martínez Inglés, Felipe González «le tenía miedo al rey» porque, tras el 23-F, Juan Carlos I fue considerado el salvador de la democracia española y su figura adquirió una dimensión política extraordinaria. Aunque González ostentaba el poder democrático, se encontraba limitado por la influencia del rey, quien había sido designado por el general Franco y gozaba de gran autoridad, especialmente entre los militares, que aún representaban un poder fáctico en España.

Martínez Inglés describe cómo González se veía superado por la figura de Juan Carlos I, a quien considera un «dictador de la nueva España», con una influencia tan grande que «lo que decía el rey iba a misa». A pesar de las acciones y escándalos del monarca, ni González ni su Gobierno se atrevían a desafiar su poder.

El 23-F y la complicidad política

El coronel también sugiere que el golpe de Estado del 23-F fue una «maniobra» orquestada por el propio Juan Carlos I, con la intención de consolidar su poder. Según su relato, los golpistas llegaron a preguntarle sobre la organización de la operación militar. Aunque Felipe González no participó en la planificación del golpe, su silencio y su falta de acción posterior ante los excesos del rey lo convierten en cómplice pasivo de la situación.

El control sobre las amantes del rey

Martínez Inglés también denuncia que los servicios de inteligencia y los cuerpos de seguridad del Estado amedrentaban a las amantes del rey, incluida Bárbara Rey, para mantener sus relaciones en secreto y proteger la imagen de Juan Carlos I. Esta red de protección, argumenta el coronel, permitía al monarca actuar con impunidad.

Un rey con poder absoluto

Para Martínez Inglés, el rey Juan Carlos I no solo disfrutaba de una autoridad absoluta, sino que su poder era incluso más grande que el de Franco. Según el militar, Felipe González era consciente de las «andanzas» del monarca, pero prefirió no intervenir debido al temor y respeto que infundía el rey en las instituciones, incluidos los militares, quienes lo veían como el legítimo sucesor de Franco.

Este testimonio apunta a una complicidad silenciosa por parte de González, que prefirió mirar hacia otro lado en lugar de enfrentarse al poder casi dictatorial de Juan Carlos I.

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