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La Ertzaintza destapa operación de Aznar para implicar a ETA en los atentados del 11M

La Ertzaintza destapa operación de Aznar para implicar a ETA en los atentados del 11M

Jeickson Sulbaran

11 de marzo de 2024 | 3:00 pm

Información confidencial de Ertzaintza sobre Aznar revela intentos de vincular a ETA con Al Qaeda tras el 11M para influir en elecciones.

El 12 de marzo de 2004, un día después de los devastadores atentados de Atocha, que sacudieron los cimientos de la sociedad española, marcaron un antes y un después en la historia del terrorismo en Europa, los servicios antiterroristas de la Ertzaintza elaboraron un informe que arrojaría luz sobre las oscuras maniobras políticas en juego sobre Aznar. Este documento, marcado con el código de clasificación «secreto», no solo pretendía desentrañar las consecuencias inmediatas del ataque sino que, más importante aún, desvelaría intentos por parte del Gobierno de José María Aznar de manipular la percepción pública respecto a los autores del ataque.

A través de las páginas de este informe del Ertzaintza sobre Aznar, somos testigos de cómo el ejecutivo, en un momento de desesperación y con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, movilizó a los agentes del Centro Nacional de Inteligencia en el País Vasco. Su misión: encontrar cualquier indicio que pudiera relacionar a ETA con el ataque, una conexión que, de ser establecida, podría haber inclinado la balanza electoral a favor del Partido Popular. Sin embargo, esta no era una tarea basada en evidencias sólidas sino en la creación de una narrativa conveniente; una narrativa que, de haber tenido éxito, no solo habría distorsionado la verdad sino que también habría desviado la atención de los verdaderos culpables, miembros de la red terrorista Al Qaeda.

La intrincada red de espionaje y manipulación

El papel de ‘Zulo’, un confidente de la policía vasca, se revela crucial en este entramado. A través de sus informaciones, obtenemos un vistazo a los esfuerzos desesperados por parte del Gobierno para asociar a ETA con los ataques, incluso cuando las evidencias apuntaban en otra dirección. La presión para encontrar una conexión, cualquier conexión, era tal que se exploraron pistas tan débiles como una supuesta página web italiana que sugería vínculos entre la organización vasca y grupos árabes. Una búsqueda frenética de evidencias, no para acercarse a la verdad, sino para moldearla a conveniencia política.

Esta maniobra, lejos de ser un acto aislado, se inscribe en una práctica más amplia de manipulación política que busca capitalizar el miedo y la incertidumbre para obtener réditos electorales. No obstante, el documento confidencial de la Ertzaintza, lejos de permanecer en la oscuridad, salió a la luz, desvelando las capas de manipulación y poniendo en evidencia los intentos por distorsionar la realidad en momentos de crisis nacional.

La verdad emerge entre las sombras sobre Ertzaintza y el Gobierno de Aznar

La insistencia en vincular a ETA con Al Qaeda, a pesar de la falta de evidencia sustancial, plantea serias preguntas sobre la ética y la responsabilidad en el ejercicio del poder. Este episodio, lejos de ser un mero capítulo en la historia del terrorismo en España, se convierte en un estudio de caso sobre cómo la política puede llegar a entrometerse en las investigaciones de actos terroristas, con potenciales consecuencias sobre la percepción pública y el proceso democrático.

La Ertzaintza destapa operación de Aznar para implicar a ETA en los atentados del 11M

El informe confidencial, y todo lo que representa, nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la integridad, la transparencia y la honestidad en la gestión de la información, especialmente en momentos de crisis. Nos recuerda que la verdad, aunque a veces incómoda, es fundamental para la justicia y la memoria de las víctimas de tales atrocidades.

Este documento no solo es un testimonio de los acontecimientos que siguieron al 11 de marzo de 2004, sino también una lección sobre la importancia de cuestionar, de buscar la verdad más allá de las narrativas convenientes y de recordar que, en tiempos de crisis, la tentación de manipular la realidad puede ser fuerte, pero la necesidad de resistirla es aún mayor. conmocionaron al corazón de Madrid y dejaron una profunda cicatriz en la memoria colectiva de España, un informe «secreto» emergió desde las sombras de los servicios antiterroristas de la Ertzaintza sobre Aznar, codificado con el número 101L0400250. Este documento, titulado «Repercusiones del atentado de Atocha», no solo arrojaba luz sobre las trágicas horas que siguieron al ataque sino que también desvelaba una operación encubierta que buscaba desesperadamente vincular a ETA con Al Qaeda antes de unas elecciones generales críticas.

Una búsqueda frenética por asociaciones inexistentes

El informe revelaba cómo el gobierno de José María Aznar, por entonces en el poder, había movilizado a agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en Euskadi con un objetivo claro: encontrar cualquier pista, por tenue que fuera, que pudiera relacionar a ETA con los autores del atentado. Esta maniobra no era más que un intento de manipulación política Ertzaintza sobre Aznar, un esfuerzo por influir en la opinión pública y las urnas, bajo la premisa de que, si no lograban establecer esta conexión, las consecuencias serían catastróficas para ellos. «Si esto no se conseguía, todos se iban al paro», refleja el documento, exponiendo crudamente las intenciones subyacentes.

El informe, marcado por la urgencia y los errores propios de un trabajo realizado bajo presión, se basaba en informaciones proporcionadas por un confidente de alta calificación, conocido por el apodo de ‘Zulo’. Este individuo, considerado de máxima confiabilidad dentro de la estructura de inteligencia de la Ertzaintza, había sido contactado por el CNI en un intento desesperado por establecer la mencionada conexión entre ETA y los yihadistas.

El desafío a la verdad

A medida que las horas pasaban y la realidad de los hechos se asentaba, la estrategia del gobierno comenzaba a desmoronarse. A pesar de los intentos por crear confusión y establecer vínculos forzados, las evidencias apuntaban en otra dirección de Ertzaintza sobre Aznar. La presencia de un coche con explosivos y documentos en árabe, lejos de confirmar la teoría inicial, empezaba a sugerir la autoría de Al Qaeda, una hipótesis que se alejaba completamente de cualquier implicación de ETA.

Esta búsqueda de asociaciones forzadas no solo evidenciaba una manipulación política en momentos de crisis, sino que también reflejaba una desconexión con la realidad operativa de los grupos terroristas involucrados de Ertzaintza sobre Aznar. El gobierno, en su afán por controlar la narrativa, se encontraba en una carrera contra la verdad, intentando por todos los medios moldear la percepción pública antes de que los hechos se impusieran.

La respuesta inicial del lehendakari Juan José Ibarretxe y la negativa de Arnaldo Otegi a aceptar la autoría de ETA en la masacre, junto con las crecientes evidencias que apuntaban al yihadismo, pusieron de manifiesto la complejidad y la sensibilidad del panorama político y social de la época. La manipulación de la información en momentos tan críticos no solo jugaba con el destino político de un partido o gobierno, sino que también afectaba profundamente a la sociedad, que buscaba respuestas y consuelo en medio del caos y el dolor.

El intento de manipulación desvelado por el informe de la Ertzaintza de Aznar sobre los atentados del 11M es un recordatorio sombrío de cómo, en momentos de crisis, la verdad puede ser sacrificada en el altar de la conveniencia política. Esta revelación no solo arroja luz sobre los oscuros rincones de la gestión de la crisis del 11M, sino que también ofrece una lección crucial sobre la importancia de la transparencia, la integridad y la responsabilidad en el ejercicio del poder.

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