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La misa de TVE se lanza a la guerra de sexos

Mairenis Gómez

4 de septiembre de 2023 | 2:36 pm

La libertad de expresión y la responsabilidad mediática vuelven a cruzarse en el debate público tras los recientes comentarios en la emisión de «El día del señor» en La 2. Un programa que, pese a su naturaleza religiosa, es transmitido por un medio público y, por tanto, debe responder a criterios de imparcialidad y respeto hacia toda la sociedad.

El sermón que trascendió la parroquia

Las palabras del párroco Rafael del Rosal Samaniego en la Ermita de Nuestra Señora De la Poveda, en Villa del Prado, han generado malestar en diversos sectores de la sociedad. Comparar situaciones socioeconómicas con cuestiones de identidad y género no es solo simplificar realidades profundamente complejas, sino que también puede perpetuar estereotipos y visiones reduccionistas sobre la transición de género y otros temas.

El sacerdote, en un intento por reflexionar sobre el descontento humano, mencionó que «los hombres quieren ser mujeres, las mujeres quieren ser hombres», añadiendo luego ejemplos menos controvertidos como «los gordos quieren ser flacos». La equivalencia de estos dos enunciados, si bien puede no haber sido malintencionada, denota una falta de sensibilidad y comprensión sobre la complejidad de la identidad de género.

La misión de los medios públicos

La televisión pública tiene un compromiso primordial con la sociedad: informar, educar y entretener respetando la diversidad. Es necesario plantearse si emitir contenidos que pueden herir susceptibilidades o perpetuar discriminaciones cumple con este mandato.

Si bien es cierto que la libertad de expresión protege las opiniones y creencias de todos, incluso las más impopulares, la responsabilidad mediática debe prevalecer. Es esencial balancear el derecho de un individuo a expresar su fe con el derecho del público a recibir contenidos equilibrados y respetuosos.

Un historial de controversias

No es la primera vez que «El día del señor» se ve envuelto en polémicas de este calado. Las emisiones del programa, en ocasiones, han servido de altavoz a postulados que chocan con el sentir de una sociedad cada vez más diversa y tolerante.

La cuestión es: ¿Deben los medios públicos emitir contenidos religiosos? Y si es así, ¿dónde se traza la línea entre la libertad de expresión y el respeto a la diversidad?

Hacia una televisión más inclusiva

La controversia actual nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre el papel de la televisión pública en nuestra sociedad. Es vital que estos medios sean espacios de inclusión, tolerancia y respeto. Si bien la religión es una parte fundamental de la vida de muchos ciudadanos, es esencial encontrar un equilibrio que permita expresar estas creencias sin alienar o herir a otros.

La televisión debe ser un reflejo de la sociedad en su conjunto, y esa sociedad es cada día más plural. Es hora de que nuestros medios públicos abracen esta diversidad, garantizando que todos se sientan representados y respetados en su programación.

El futuro de la televisión pública depende de su capacidad para adaptarse a los tiempos y responder a las demandas de una audiencia cada vez más crítica y diversa. Solo así podrá mantener su relevancia y continuar siendo un pilar fundamental en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

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