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Lawfare y mediafare en 5 pasos

María José Gonzalez

26 de abril de 2024 | 4:03 pm

El concepto de «lawfare» y «mediafare» ha ganado prominencia en el discurso público, especialmente en el contexto político, donde la justicia y los medios de comunicación pueden ser utilizados como herramientas para perseguir y desacreditar a figuras políticas. La descripción que realiza Noa Gresiva a través de un hilo en Twitter ilustra un proceso de cinco pasos que detalla cómo estas prácticas pueden manipular la percepción pública y afectar la carrera de políticos. Aquí se expone un resumen de cada paso, explicando su dinámica y consecuencias:

Paso 1: La admisión a trámite

En este primer paso, se describe cómo un juez puede admitir a trámite acusaciones con poco fundamento legal, basadas en informes policiales dudosos, recortes de periódicos o incluso rumores. Esto sucede especialmente cuando hay un interés político o ideológico por parte del juez que inclina la balanza, permitiendo que el proceso judicial comience con bases frágiles.

Paso 2: Cobertura mediática sesgada

Una vez admitida la querella o denuncia, los medios de comunicación juegan un papel crucial. La cobertura intensiva y a menudo sensacionalista sirve para moldear la opinión pública, insinuando culpabilidad antes de que se demuestre cualquier hecho concreto. Este bombardeo mediático constante durante la instrucción del caso puede tener un impacto significativo en cómo se percibe al político o partido en cuestión.

Paso 3: Prolongación y cierre del caso

El proceso judicial puede extenderse durante meses o incluso años, durante los cuales la presión mediática no cesa. A pesar de la falta de evidencia concluyente, el caso se mantiene abierto innecesariamente, erosionando la imagen pública del acusado. Finalmente, cuando el caso se cierra sin condenas, el acto de cerrar el caso a menudo pasa desapercibido, sin reparar el daño hecho a las personas involucradas.

Paso 4: Falta de rectificación en los medios

Aunque el caso se cierre sin condenas, la corrección de la información falsa o exagerada no se maneja con el mismo vigor o extensión que la cobertura inicial. Esto deja un residuo de duda y sospecha en torno a la figura pública, afectando su credibilidad y carrera a largo plazo.

Paso 5: Consecuencias irreversibles

El último paso es quizás el más dañino: el daño irreparable a la reputación del político o partido político. Aunque legalmente inocentes, la campaña de desinformación y los ataques continuados llevan a una pérdida de confianza de la opinión pública, que se refleja en elecciones o en un clamor popular por la dimisión de los acusados.

Conclusión:

Este análisis del «lawfare» y «mediafare» expuesto por Noa Gresiva subraya la necesidad de una vigilancia constante sobre las interacciones entre la justicia, los medios y la política. La integridad de los procesos democráticos depende de la capacidad de las instituciones para actuar sin influencias externas y de los medios para reportar con objetividad y precisión. En última instancia, la salud de la democracia está en juego cuando se permiten abusos de poder y manipulaciones mediáticas que distorsionan la verdad y socavan los principios de justicia y equidad.

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