11 de diciembre de 2024 | 11:32

Bilbao

Las inundaciones de 1983 en Bilbao el desastre que marcó un antes y un después

Mairenis Gómez

23 de noviembre de 2024 | 10:58 am

Una catástrofe histórica causada por una «gota fría»

El 26 de agosto de 1983, Bilbao y varias localidades de Bizkaia fueron arrasadas por una «gota fría» de una magnitud sin precedentes. Este fenómeno meteorológico, acompañado de lluvias torrenciales y mareas altas, provocó el desbordamiento del río Nervión, inundando el Casco Viejo y afectando gravemente localidades como Durango, Bermeo y Llodio. Los daños materiales y humanos marcaron un antes y un después en la historia de la región.

Una crecida de dimensiones extraordinarias

En el barrio de Larraskitu, los pluviómetros registraron una cantidad sin precedentes de 500 litros de agua por metro cuadrado en tan solo 24 horas. Los suelos, ya saturados por días de lluvia continua, no pudieron absorber más, convirtiendo las calles en ríos caudalosos. El agua alcanzó hasta tres metros de altura en algunas zonas, sumergió puentes y destruyó infraestructuras clave como las vías del tren en la estación de Atxuri. Incluso el barco Consulado, atracado cerca del Ayuntamiento, fue arrastrado por la riada y terminó hundido en la ría.

Impacto humano y pérdidas económicas

La tragedia dejó un saldo de 34 víctimas mortales en toda la región. Muchas personas fallecieron atrapadas bajo los escombros de edificios derrumbados o arrastradas por las aguas. En Llodio, un joven y los agentes de la Guardia Civil que intentaban rescatarlo perdieron la vida. En el Casco Viejo de Bilbao, un hombre sin hogar conocido como «Madriles» murió ahogado. Las pérdidas económicas fueron catastróficas, estimándose en cerca de 200.000 millones de pesetas (unos 1.200 millones de euros). Además, los servicios básicos como la electricidad y el suministro de agua potable quedaron gravemente afectados, aislando a comunidades enteras.

Una ola de solidaridad sin precedentes

A pesar del caos, la respuesta ciudadana fue ejemplar. Miles de voluntarios de todo el País Vasco se movilizaron, armados con palas y botas de agua, para ayudar a limpiar el barro y los escombros. Las comparsas de Bilbao, conocidas por sus festividades, se organizaron para evacuar a los afectados y colaborar con las fuerzas de seguridad. Esta ola de solidaridad quedó grabada en la memoria colectiva de los bilbaínos como un símbolo de resiliencia y unión.

Un punto de inflexión para Bilbao

Las inundaciones no solo dejaron cicatrices, sino que también marcaron el inicio de una transformación para Bilbao. La tragedia llevó a la creación de la Surbisa, una agencia de rehabilitación urbana, y al diseño de planes municipales para renovar la ciudad. Estas iniciativas sentaron las bases para proyectos emblemáticos como el Museo Guggenheim y el desarrollo de nuevos barrios modernos.

40 años después: memoria y orgullo

Cuatro décadas después, Bilbao recuerda con tristeza pero también con orgullo el episodio de 1983. Placas conmemorativas en el Casco Viejo indican el nivel alcanzado por las aguas, mientras que aniversarios como el de 2013 se aprovecharon para homenajear a las víctimas y a los voluntarios. En 2023, las comparsas organizaron un acto con el lema «Elkarlan Uholdea» (la ola de solidaridad), destacando el espíritu colectivo que permitió a Bilbao levantarse del desastre.

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