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Alemania prohíbe nuevas calderas de gas y provoca un aumento en las ventas

Miguel Castillo

10 de abril de 2023 | 8:01 am

Efecto contrario al esperado tras la prohibición de calderas de gas en 2024

El Gobierno alemán ha lanzado un plan para sustituir los combustibles fósiles y reducir la dependencia energética con Rusia. A partir de 2024, quedará prohibido instalar nuevas calderas de gas. Sin embargo, esta medida ha generado un efecto contrario al deseado: se han disparado las ventas de calderas de gas y petróleo.

Cambio a energías limpias y la preocupación ciudadana

El ministro de Economía y Protección del Clima, el ecologista Robert Habeck, impulsor de la independencia acelerada respecto al petróleo, gas y carbón ruso, propone sustituir la calefacción de gas o petróleo por sistemas de climatización que usen energías limpias. La preocupación ciudadana ante esta medida ha llevado a los propietarios de viviendas a adquirir calderas de gas o petróleo algo más modernas antes de que la prohibición entre en vigor.

La transición a las energías renovables supondrá un costo de 9.000 millones de euros anuales hasta 2030 para los ciudadanos, según estimaciones del ministerio de Habeck. Aunque la inversión se rentabilizará en 15 años, muchos hogares no pueden permitirse el coste de la transición a la energía verde, como la instalación de sistemas de aerotermia (bombas de calor).

Crispación social en Alemania

A pesar de que los principales institutos económicos del país coinciden en que Alemania podría evitar la recesión o, en caso de caer en ella, sería de corta duración y con una rápida recuperación, se respira una crispación desconocida desde hace años.

Esta crispación no se manifiesta en caos o rabia, sino que se cocina a fuego lento, en medio de un proceso de precarización laboral. Alemania cuenta con un mercado laboral saneado y un índice de desempleo bajo (5,7%), pero aproximadamente ocho millones de personas trabajan en minijobs o jornada reducida, en muchos casos no por voluntad propia.

La inflación ha agravado la situación. Aunque el IPC descendió en marzo hasta el 7,4%, medio punto por debajo del mes anterior, la presión sobre la cesta de la compra sigue en aumento: los alimentos se encarecieron un 22,3%.

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