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La ascensión inesperada de la extrema derecha independentista en Catalunya

Mairenis Gómez

30 de mayo de 2023 | 9:30 am

La democracia tiene sus sorpresas, y la última elección municipal en Cataluña no ha sido la excepción. La extrema derecha independentista, bajo la figura de Sílvia Orriols, ha conseguido resultados históricos, especialmente en Ripoll (Girona), y en otros municipios catalanes. El crecimiento de este grupo político ha dejado un panorama incierto, y provoca reflexiones serias sobre el rumbo de la política catalana.

El Ascenso de Orriols en Ripoll

En Ripoll, la candidata Sílvia Orriols, conocida por su retórica antiinmigración, ha experimentado un crecimiento notable, al pasar de 1 a 6 escaños, obteniendo un 30,7% de los votos. Aunque su victoria no le garantiza el cargo de alcaldesa, dado que la mayoría absoluta en el municipio requiere 9 concejales, su influencia ha quedado demostrada.

La candidatura de Orriols ha llegado en un momento de cambios en Ripoll. Con un discurso fuertemente crítico de las fuerzas independentistas, que según ella, han sido demasiado blandas en su voluntad de lograr la secesión, Orriols ha logrado capitalizar las heridas aún abiertas de los atentados de 2017 y la renuncia del anterior alcalde.

El Alcance de Aliança Catalana

Además de Ripoll, Aliança Catalana, la nueva formación política con la que Orriols se ha presentado, ha obtenido representación en otros municipios, como Manlleu (Barcelona) y Ribera d’Ondara (Lleida). Pero ha sido en La Masó (Tarragona), donde esta derecha catalanista y xenófoba ha logrado la mayoría absoluta.

El Surgimiento de Som Identitaris

La irrupción de la extrema derecha independentista no se ha limitado a Aliança Catalana. En Vic, el partido Som Identitaris, liderado por el exlíder de Plataforma per Catalunya, Josep Anglada, ha obtenido dos escaños. Anglada es conocido por ser uno de los precursores del discurso identitario y racista en Cataluña.

Hacia Dónde se Dirige Cataluña

Este giro a la extrema derecha independentista no es solo un cambio político. Es también una llamada de atención sobre el estado actual de la sociedad catalana. El discurso xenófobo, la retórica antiinmigración y el aumento del sentimiento independentista parecen estar calando en la población. La pregunta es: ¿a qué coste?

Las elecciones han demostrado que hay una fractura en Cataluña que va más allá del clásico debate independentista. Ahora es el momento de que los partidos tradicionales reflexionen sobre cómo han llegado a este punto y cuál es el camino a seguir. Porque la democracia es un reflejo de la sociedad, y lo que estamos viendo en Cataluña es un espejo que muchos prefieren evitar.

En los próximos años, la política catalana tendrá que enfrentarse a un desafío mayor: no solo resolver la cuestión independentista, sino también gestionar la creciente polarización y el avance de la extrema derecha. Porque la democracia es más que ganar elecciones. Es, sobre todo, garantizar que todos, independientemente de su origen, se sientan parte de la sociedad. Y en ese camino, Cataluña tiene aún un largo recorrido.

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