Sabadell y BBVA: entre el teatro de la OPA y la comedia de las dobles sedes

Torres y Oliu juegan al ajedrez con una partida donde nadie tiene garantizada la victoria

BBVA y Banc Sabadell se encuentran inmersos en una partida de ajedrez financiero, mediático y político donde la realidad desmiente a la publicidad. Lo que en los anuncios suena a unión virtuosa entre dos accionistas “bienvenidos” —el vasco y el catalán—, es en la práctica una operación tensa, llena de estrategias cruzadas y con la sombra de una posible fusión forzosa. Todo envuelto en discursos sobre “poder elegir”, cuando en realidad los movimientos parecen más bien dictados por la necesidad.

La propuesta de Carlos Torres, presidente del BBVA, para mantener una doble sede operativa —Bilbao para banca mayorista y Barcelona para minorista, sin renunciar a la marca Sabadell— suena más a maniobra de escaparate que a modelo viable. Una fórmula que se sostiene con más voluntad que lógica y que recuerda a la sátira política de Sí, ministro: “Hay que hacer algo. Esto es algo. Hazlo”.

La política entra en escena y la fusión amistosa se aleja

En medio de este culebrón financiero, el Gobierno de Pedro Sánchez se ha metido en su propio laberinto. Dijo “no” a la OPA lanzada por BBVA con argumentos que ya ni en Moncloa recuerdan con claridad. El veto real viene del entorno catalán: Salvador Illa, como líder del PSC, ha convertido el regreso simbólico del Sabadell a Barcelona en bandera electoral; mientras que el independentismo teme perder uno de los últimos bastiones financieros de Cataluña.

El presidente de BBVA sabe que puede perder la batalla, y aunque insista en que seguirá al mando pase lo que pase, una derrota lo dejaría políticamente tocado. En la otra esquina, Josep Oliu, histórico líder del Sabadell, contempla su retirada soñando con una fusión amistosa o un sillón de vicepresidente en el nuevo gigante financiero. Mientras tanto, la hipótesis de un Sabadell-Unicaja sobrevuela la prensa económica… pero en Málaga ni se han dado por aludidos.