17 de mayo de 2025 | 3:44

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Quedan 10 días de Óscar de Marcos: un adiós imposible de digerir

RedacciónBH

16 de mayo de 2025 | 9:45 pm

Se va uno de los grandes. No por títulos, sino por algo más raro y valioso: pertenencia

Nos quedan 10 días de Óscar de Marcos como jugador del Athletic Club, y cuesta escribirlo sin que tiemble el pulso. No por la sorpresa, porque su retirada estaba anunciada. No por la edad, porque los años no perdonan ni a los que parecen no envejecer nunca. Lo que duele es otra cosa: saber que se va alguien irrepetible.

Óscar de Marcos no será recordado por goles decisivos en finales, ni por cifras de récord. Su leyenda no se mide en números, sino en gestos. En presencia. En silencios llenos de intención. Fue lateral, interior, mediapunta, capitán… y, por encima de todo, fue del Athletic, en cada decisión, en cada palabra, en cada sprint sin balón que nunca salió en los resúmenes.

Un jugador que no se fabrica

Si mañana alguien quisiera fabricar un jugador como Óscar de Marcos, no podría. Porque lo suyo no tiene molde, ni fue parte de un plan. Llegó casi por accidente desde el Alavés y se quedó para siempre por mérito propio. Fue creciendo con el club, adaptándose a cada entrenador, a cada necesidad, a cada etapa.

Y nunca, nunca, se desvió un centímetro de su compromiso con el escudo. Cuando no jugaba, animaba. Cuando jugaba poco, apretaba. Cuando se convirtió en veterano, fue ejemplo sin levantar la voz.

La gabarra que nadie cuestionaría

Alguien dijo que si sacaran una gabarra solo para él, nadie lo vería mal. Y es verdad. Porque en una época de ídolos efímeros, De Marcos ha sido permanencia y lealtad. Porque nos ha hecho sentir que en este fútbol aún caben los románticos. Porque su historia es la de un chico que nunca olvidó de dónde venía ni para quién jugaba.

Se va, pero no se va

En 10 días dejará de ser jugador del Athletic, pero no dejará de ser Athletic. De esos que forman parte del paisaje emocional de San Mamés, como los cánticos, los colores, o el murmullo que antecede a un córner. De esos que, aunque no estén, siguen estando.

Óscar de Marcos se va como llegó: con humildad, sin ruido, con la sonrisa limpia y los deberes hechos. Y aunque el tiempo pase, y los nombres cambien, siempre que alguien hable del Athletic con orgullo, habrá un poco de De Marcos en esa conversación.

Gracias por tanto. Y por todo lo que aún no sabemos cómo agradecer.

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