9 de mayo de 2025 | 4:31

Deportes

¿Tienes un bar en Bilbao? Sablazo al precio a la salud de la UEFA

RedacciónBH

9 de mayo de 2025 | 10:55 am

Bilbao, tierra de tradiciones, buen comer… y ahora también de facturas surrealistas. Porque llega la final de la Europa League y algunos hosteleros creen que la mejor forma de animar la fiesta es con un sablazo disfrazada de pintxo.

Cerveza a 30 euros. Una ración de bravas a 25. Una croqueta a precio de smartwatch. Todo vale cuando hay turistas de por medio, y más si vienen de Reino Unido, con camiseta del Liverpool, pinta de hooligan y billetera fácil. La ecuación parece sencilla: si beben mucho, que paguen más. Total, “no se van a enterar”. Pero sí se están enterando. Y lo estamos viendo todos.

Lo que empezó como un evento deportivo internacional está degenerando, en algunos locales, en un pequeño carnaval de avaricia. Algunos bares —no todos, porque hay que decirlo claro— han decidido que la mejor forma de recibir a los visitantes es con una subida de precios que ni el petróleo en guerra. Una especie de “venganza económica” por anticipado, como si subirle el precio a una caña a 18 libras fuera una forma legítima de devolverle al imperio británico siglos de colonialismo.

Hospitalidad a la vasca: con sonrisa y sablazo

El argumento más repetido en redes por quienes defienden estos precios de ciencia ficción es que “ellos hacen lo mismo cuando vamos a Londres”. ¿Y qué mejor manera de elevar la experiencia cultural que replicando el abuso, pero con acento euskaldun?

El problema, claro, es que el agravio comparativo no convierte el atraco en costumbre. Solo lo multiplica. Y en lugar de aprovechar el evento para lucir lo mejor de la ciudad, algunos prefieren el camino corto: inflar la carta, tachar el IVA, y esperar que el confeti oculte las quejas.

Porque seamos sinceros: cobrar 25 euros por unas bravas y una caña no es una “subida excepcional”. Es una declaración de guerra al sentido común. Y una burla al propio bilbaíno, que días después volverá al mismo bar y pagará 2,50 por lo mismo. ¿La diferencia? No es la calidad. Es la cara del cliente.

La antítesis del espíritu deportivo

Todo esto ocurre, irónicamente, mientras la UEFA predica los valores del fútbol como unión, respeto y convivencia. Pero si lo que encuentra un aficionado inglés al bajarse del avión es un tikka masala a 37 euros y un kalimotxo a precio de champagne francés, la experiencia se convierte en caricatura.

Bilbao es una ciudad de hospitalidad histórica. De barras generosas, de camareros que te saludan por el nombre y de pintxos que valen lo que cuestan. Convertirla, aunque sea por una semana, en una caricatura turística hiperinflacionada es matar la gallina de los huevos de oro a cambio de un par de cubatas sobrevalorados.

¿Turismo o timo con servilleta?

Está claro que el fútbol mueve dinero. Pero entre hacer caja y hacer el ridículo hay una línea muy clara… y muy roja. Lo que algunos hosteleros están haciendo no es “sacar provecho”. Es vaciar de sentido la experiencia local. Y lo peor es que ni siquiera ganan tanto: porque quien se siente estafado no vuelve. Y quien se ríe de los precios, también se ríe de la ciudad.

¿Una croqueta y un kalimotxo por 46 euros? Quizá el aceite sea virgen. Quizá el hielo esté tallado a mano. O quizá, solo quizá, estemos usando el fútbol para justificar lo injustificable.

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