20 de mayo de 2024 | 3:58

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Prácticas mafiosas por ser club convenido con el Athletic en Gipuzkoa

Prácticas mafiosas por ser club convenido con el Athletic en Gipuzkoa

Jeickson Sulbaran

12 de enero de 2024 | 7:05 pm

En el panorama futbolístico de Gipuzkoa, se libra una batalla silenciosa pero intensa, marcada por tensiones y desafíos que enfrentan clubes pequeños como el Antiguoko, especialmente aquellos que son clubes convenidos del Athletic de Bilbao. Edorta Salegi, una voz relevante en este escenario, revela una realidad que va más allá del simple juego en el campo: una lucha por la supervivencia y el desarrollo en un entorno donde las presiones políticas, aunque no explícitas, se hacen sentir de manera indirecta.

Las presiones sutiles y los desafíos de los clubes pequeños

Prácticas mafiosas por ser club convenido con el Athletic

Salegi destaca que, aunque no hay presiones políticas directas, sí existen obstáculos indirectos impuestos por entidades como la Diputación, estos obstáculos limitan la capacidad de los clubes convenidos del Athletic en Gipuzkoa, como el Antiguoko, para avanzar en aspectos cruciales como la tecnificación y la competición. Se mencionan normativas que parecen estar diseñadas específicamente para favorecer a grandes entidades como la Real Sociedad, dejando en desventaja a clubes más modestos.

Un ejemplo claro es la normativa sobre la tecnificación con alevines, que exige a los clubes tener al menos cinco campos, incluyendo uno de hierba natural. Esta regla, aparentemente neutral, en realidad beneficia únicamente a la Real Sociedad, el único club en Gipuzkoa que cumple con estos requisitos. Esta situación pone en evidencia una realidad poco equitativa, donde las reglas del juego favorecen a los ya poderosos, dejando poco espacio para el crecimiento y desarrollo de clubes más pequeños.

El dilema de los convenios y la exclusividad

Además, Salegi denuncia las prácticas de la Real Sociedad en la renovación de sus convenios, que obligan a los clubes a comprometerse a no participar en torneos o amistosos organizados por otros clubes guipuzcoanos que no son convenidos de ellos. Esta práctica limita significativamente las oportunidades de desarrollo para clubes como el Antiguoko, el Eibar, el Real Unión y el Dumboa. Se crea así un ambiente de exclusividad y control que va en contra de la esencia del deporte, que debería fomentar la competencia leal y el desarrollo conjunto.

Estas prácticas, que Salegi califica de mafiosas, reflejan una realidad preocupante en el fútbol sobre Athletic en Gipuzkoa. No solo se trata de competir en el campo, sino de navegar en un entorno donde las reglas parecen estar diseñadas para mantener un status quo que beneficia a unos pocos a expensas de muchos. En este contexto, clubes como el Antiguoko se enfrentan a un desafío doble: competir deportivamente y luchar contra un sistema que les impide crecer y desarrollarse plenamente.

La situación plantea interrogantes serios sobre la equidad y la justicia en el mundo del fútbol regional. ¿Cómo pueden los clubes más pequeños y menos poderosos encontrar su lugar y prosperar en un sistema que parece estar en su contra? ¿Qué medidas se pueden tomar para asegurar que el fútbol en Gipuzkoa y, por extensión, en el País Vasco, sea un campo de juego justo para todos los involucrados?

La lucha de clubes como el Antiguoko no es solo por la victoria en el campo, sino por la justicia y la igualdad en el deporte. La pasión por el fútbol debe ir acompañada de un compromiso con la equidad y la competencia leal. Es fundamental que las autoridades y las entidades deportivas trabajen juntas para crear un entorno en el que todos los clubes, grandes y pequeños, tengan las mismas oportunidades para desarrollarse y competir.

Esta situación nos lleva a reflexionar sobre el rol del fútbol en nuestra sociedad. Más allá de ser un simple deporte, el fútbol es un reflejo de los valores y la cultura de una comunidad. En un mundo ideal, el fútbol debería ser un espacio donde se fomenta la igualdad, el respeto y la justicia. Sin embargo, las prácticas que denuncia Salegi sobre Athletic en Gipuzkoa revelan un panorama muy diferente, uno donde los intereses y el poder se anteponen a estos valores fundamentales.

En definitiva, el caso del Antiguoko y otros clubes convenidos del Athletic en Gipuzkoa nos hace cuestionar la integridad del sistema futbolístico actual. Exige una revisión de las políticas y prácticas que rigen el deporte en la región, buscando garantizar que el espíritu de competencia leal y el desarrollo equitativo sean la norma, no la excepción. La pasión por el fútbol debe ser acompañada por un compromiso con la justicia y la equidad, asegurando que todos los clubes, sin importar su tamaño o poder, tengan la oportunidad de jugar, crecer y triunfar en igualdad de condiciones.

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